jueves, 26 de mayo de 2011

Capítulo 1;

Esa misma tarde, de un invierno anterior.

Giré sobre mi misma, dándole la espalda. Necesitaba tomarme un momento. La mañana había pasado despacio, y el reloj me lo recordaba con rapidez, habíamos estado en silencio casi todo el tiempo, de vez en cuando coincidíamos al mirarnos, aguantábamos unos pocos segundos, el sonreía, y yo apartaba la mirada.
Menos esta vez.
Me quedé mirándole, sus mechones castaños le caían por encima de las mejillas, tenía el pelo agitado. Me quedé quieta, estudiándole, hasta que mi mirada le atravesó mientras pensaba en mis cosas, y no le vi.

 Me miraba serio, sus ojos marrones recorrían mi rostro, pero no me había dado cuenta.

- ¿En que piensas?
Giré la cabeza, pensando en que responderle.
Y tardé en hacerlo.

- No pensaba en nada. -mentí-

Asintió con la cabeza y miró al ventanal, asumiendo mi mentira con una sonrisa.

Al poco tiempo miré el reloj, y volví a mirarle. Recordé como antes habíamos sido tan amigos, como nos habíamos conocido, como nos habíamos ayudado. Y ahora.. ¿que? yo apenas quería hablar, y el se esforzaba todo el rato en darme conversación, en recuperarme, en cierto modo.
Me sentía mal.
Y en ese segundo, sentí ganas de abrazarle, lo añoré, por muy cerca de mi que estuviese.
Me giré de nuevo, de forma que pudiese verle bien. Y a la vez, de esquivarle.

- As cambiado -murmuré lo suficiente mente alto para que pudiese oírlo-

Frunció el ceño.
- No, bueno, lo suficiente. La que ha cambiado eres tu.
- En algún momento tenía que madurar -repliqué-
- Madurar no significa que tengas que dejar lo que te gusta aparte. -bajó la mirada al decir aquello, quizás no se atrevía a mirarme a la cara-

Sabía que tenía razón, pero no podía decirlo en voz alta ahora, eso solo haría que la verdad se hiciese mas fuerte.
Moví la cabeza a los lados, para librarme de los mechones oscuros que me caían en la cara, y así no tener que mirarle a través de ellos.

Pensé en lo que me acababa de decir, y sonreí por ello. En verdad, el no había cambiado.
Sonrió, y levanté la mirada.

- La que he cambiado he sido yo, sí. -recalqué-
- No lo decía como algo malo.. solo
- Lo se, yo tampoco lo decía como algo malo. -le interrumpí-

Me sonrío. Y luego yo a el. Era la primera vez que nos hablábamos así, o mas  bien, de que yo le hablaba así, desde hace mucho tiempo. Una eternidad para mí, casi.

Se levantó despacio, y se arrimó al sofá, sentándose en el. Me aparté para dejarle sitio, pero me sujetó para que no me moviese. Se sentó tan solo en el borde, y empezó a acariciarme el pelo, mientras encendía la televisión. Al notar el calor de su mano, me dí cuenta de que tenía frío.
Me estremecí por el cambio de temperatura, y el se levantó cogiendo la manta, y estirándola encima mía. Me quedé mirando la televisión hasta que se sentó.
-Gracias -musité-
Casi había olvidado lo mucho que le quería. Lo mucho que me esforzaba por no pensar en ello, para olvidarlo, y al conseguirlo, querer recordarlo.
Aunque yo no le quería de la forma correcta, de la forma normal. Para mí era como un familiar, un hermano, alguien con quien antes podía contar para lo que quisiese. Encambio, poco a poco fuí perdiendo la confíandza, sin ningún motivo.

Y entonces el, me sacó de mi mente;
- Vamos fuera. -estaba serio, de repente-
- Tengo  que cambiarme -me levanté-
- No hace falta, es al jardín, no creo que te vea nadie
Hice una pequeña mueca, mientras el se levantaba y se ponía las manos en la nuca, estirándose. Ese gesto era suyo, siempre lo hacía, en casi todos los recuerdos que tengo ahora de el.
Cogió un abrigo, solo uno, y me lo entregó.
Sonreí a modo de agradecimiento, me lo puse, y abrí la puerta.

Cuando estuvimos fuera hizo que me sentase, el suelo estaba frío.
-Bien -dijo-  Ahora quiero que mires lo que no puedes ver, cierra los ojos y escucha, tan solo escucha.
Y yo hize lo que me pidió.
Al cabo de un rato, sin comprender lo que quería empezé e hacer muecas.
El se rió.
Yo me lo imaginé, con su sonrisa. Con sus manos enlazadas en su nuca.
Y entonces, sonreí yo.

Ví cosas que no podía ver.

Abrí los ojos, y le miré sin dejar de sonreir. Todo estaba como antes.
Como al principio, como cuando todo me parecía facil.

 - Te echaba de menos -dijo-
- Siempre he estado aquí -no le comprendí-
-negó con la cabeza-
- No así -respondió al fin-

Sonreí y alcé mi cabeza un poco, dejando que el viento me azotase en la cara.

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